Átame las manos para no sentir
no poder tocar
ahí,
donde duele
a corazón abierto
no llega la nieve
aunque mi invierno me robó
la llama cálida que ardía
en mi mente
porque la apagó
con un lluvia fría e impotente
como lágrimas de glaciar.
Átame las manos para no morir
a manos de la tristeza
que se alió con nubarrones grises
para ensombrecer el corazón
que estando abierto, duele
y se queja, en voz baja
en ese desolado paisaje de pura emoción.
Átame las manos para sobrevivir
cuando ya no tengo dónde ir
cuerpo deseante abandonado
a placeres estériles y miradas vacuas
a labios descarnados y gemidos hirientes
a noches solitarias y a días incandescentes
con la NADA como destino.
Átame las manos
cerrar fuerte los ojos
ahogar mis palabras
combatir el llanto
volverme roca
morirme de amor...
morirme de amor...
Luis Formaiano
Cuando tení
En voz alta sabe a dolorosa canción.
ResponderEliminarLa tercer estrofa es hermosa en su tristeza. Saberse sin norte, pretender llenar el vacío inconmensurable que provoca el abandono aún sabiendo que, se haga lo que se haga, sea con quién sea, resulta un sinsentido, "con la NADA como destino."
Qué deseo desgarrador y vital.
ResponderEliminarEse estado emocional del corazón que:
"...estando abierto, duele
y se queja, en voz baja
en ese desolado paisaje de pura emoción...."
Atame las manos para no sentir. Esa desesperacion que provoca el amor que ya no está, ese vacio que no se llena con nada!!!Precioso...
ResponderEliminar¡Gracias por los comentarios! Fue escrito a corazón abierto en un momento muy especial de mi vida...
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