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jueves, 9 de diciembre de 2010

Problemática actual

El hikikomori ya llegó a la Argentina


(Fragmento)

Significa ¿inhibición o aislamiento? y es el nombre que se le puso al trastorno que padecen actualmente más de un millón de jóvenes japoneses. Es, sin duda, el síndrome nipón más conocido y tiene asombrado al mundo entero. En el país ya se detectan varios casos y se lo considera una tendencia alarmante. Incapaces de cumplir lo que se espera de ellos, muchos adolescentes reaccionan encerrándose y hasta pueden llegar a ser violentos con su familia. Pocos psicólogos lo tratan en occidente y suelen confundirlo con fobia. Sociólogos analizan cómo llegó al país. Ermitaños del siglo XXI.

Por Daniela Pasik

Quedarse en casa. Son jóvenes de entre 13 y 20 años que no pueden salir de su habitación. Tevé, Play-Station y horas de sueño.




El hikikomori es el síndrome nipón más conocido. Esta enfermedad, causante del aislamiento social del que lo sufre, cuenta con jóvenes japoneses que llegaron a vivir en sus habitaciones durante una década, o más. En Argentina comenzaron a registrase algunos casos hace pocos años. Las estadísticas no son claras, por lo novedoso del trastorno en el país, y suele confundirse el diagnóstico con fobia social o agarofobia.

Es normal que un jóven se aísle y hasta es necesario para que pueda construir su propia identidad. El tema es, ¿cuánto tiempo? Cuando la situación pasa de ser sólo de reclusión es momento de que los padres comiencen a preocuparse porque, sin duda, esta es una tendencia que va en aumento entre los adolescentes actuales.

Ahora estoy trabajando con el séptimo caso. Se padece este tipo de trastorno en Argentina. A diferencia de Japón, acá la presión no es social, sino que viene de la familia. En general se pide de estos hijos que sean más que exitosos y hay enojo cuando fallan. El resultado termina siendo la reclusión, como defensa, explica la licenciada Sonia Almada, directora del Centro Asistencial de Salud Mental ArAlma.

La pregunta más evidente es qué hacen estos chicos, en qué gastan las horas. Y la respuesta no es demasiado creativa: computadora, Play-Station, televisión y dormir. No mucho más. El hikikomori es a los varones de hoy lo que la anorexia fue a las chicas de los 90, reflexiona Almada y aclara: No es el mismo volumen, pero porque es muy difícil de diagnosticar. Acá no corre peligro la salud física, sino la mental, que es sobre lo que más se tarda en consultar.

Tiene remedio. Estela cuenta que le costó mucho llegar a entender qué tenía su hijo: Casi nunca iba a ningún lado y de pronto, un día, no salió más. Nos alarmamos porque se ponía violento cuando lo queríamos hacer ir al colegio. Todavía nos preocupaba que se quedara libre y consultamos a muchos profesionales. Siempre nos decían que había que internarlo, pero por suerte encontramos el diagnóstico correcto. Ahora, poco a poco, Pablo está animándose a ir a los lugares.






1 comentario:

  1. Me ha parecido excelente esta entrada. A pesar de ser sintética, aporta información muy interesante acerca de un fenómeno que ha comenzado a afectar a la sociedad actual y del que no se admite su existencia.

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